Tomas el primer café, muerdes algún carbohidrato y te preparas para la rutina de siempre, que para este milenio es revisar las alertas en el celular, ya olvidas el mail, decenas de boletines a los que no recuerdas porque te suscribiste o si te suscribieron.
Estemos o no de acuerdo, la rutina de levantarnos es quizá una de las más importantes del día, sin importar cuál fuera nuestro estado de ánimo en días previos. Desde que ponemos un pie fuera de cama, todo lleva un ritmo. Sea cualquiera el tuyo, en esa rutina y ritmo, nos exponemos a las marcas, la del dentífrico, el café-té cereal, champú, maquillaje, zapatos, ropa, ahí están las etiquetas, al menos 20 de ellas forman parte de tus hábitos. ¿cómo no generar afiliación con ellas? Lo que es más “ostentarlas”. En muchos casos te hacen sentir que perteneces a una elite, tienes la capacidad de adquirirlas, eres alguien, te definen.
Las marcas dicen: “Me perteneces”, y podrá parecer absurdo, pero es cada vez más una realidad cotidiana. Mary Ainsworth dice “la conducta de apego se activa intensamente en situaciones en la que la figura de apego es inaccesible”. Y sí, entre las ideas new age donde tener apego es no ser libre, y la posmodernista en donde vivir sólo es éxito, la familia y amigos son un accesorio, entonces nuestro más cercano filial es una marca, una etiqueta.
Nuestra cultura de la inmediatez y de lo desechable, ha dado cabida a la arquitectura de comunicación que llevamos. No estoy exagerando, en un estudio realizado por el doctor en comportamiento social Mike Zhengyu Yao, se encontró que los contactos sociales, tanto de amigos como de familiares online, no fueron una alternativa eficaz para la depresión, soledad y aislamiento social. Con esto ya tenemos una idea bastante clara
Ya en los 70’s los experimentos de Harry Harlow revelaban que el contacto físico es extraordinariamente importante, qué no existía un sustituto para los beneficios de la cercanía, intimidad. Bajo todas éstas premisas podemos darnos visualizar del porque las marcar logran su cometido, cómo se transforman en el paliativo emocional.
¿Por qué ciertos sectores con poco o mediano índice de soledad y aislamiento son tan susceptibles? Repito, las marcas son importantes porque están presentes en cada momento, reafirman su presencia física (producto), no así los amigos, parientes a los que la exigencia del “éxito-realización” (otra idea comprada) nos mantiene a distancia y trabajando.
Además, las marcas son nuestra máscara en el imaginario de identidad, adquirimos su fuerza, prestigio, personalidad, entonces, ¿cómo culparlas de nuestras carencias? El hábito, es sólo una herramienta más de frecuencia, hemos sido nosotros quienes las creamos, compramos y las pusimos en nuestra bolsa, o en las alertas a nuestro celular. Si para este momento piensas exagero, revisa tus aplicaciones, ¿a cuántas marcas le has dado like o suscrito? ¿Cuánta información recibes de ellos? ¿Qué necesidades cubre?
Las marcas son un símbolo, un icono representativo de un afecto, pertenencia o status, esto nos sucede desde la primera representación de un sujeto sagrado, en realidad, sólo ha cambiado el rito, se ha simplificado hasta evolucionar un en hábito.