Las apariciones fantasmagóricas, tanto en estado de vigilia como en sueños, tienen un tremendo poder emocional, pero en tan raras ocasiones pueden atribuirse a algún agente externo que hoy en día, por consentimiento unánime, quedan adjudicadas al patólogo para que proceda a su investigación, y no, como ocurría antes, al sacerdote o al agorero. Cierto...