Anochecer – Isaac Asimov
En las vastas extensiones de la imaginación literaria, Isaac Asimov se destacó como un titán entre las estrellas. Nacido en el año 1920, en una pequeña parcela del universo llamada Petrovichi, en Rusia, Asimov fue el hijo de un vendedor ambulante y una apasionada ama de casa. Desde una edad temprana, su mente curiosa exploró los rincones más lejanos del conocimiento, devorando libros y construyendo castillos en el aire con palabras.
Con el estallido de la revolución rusa, la familia Asimov emigró a Estados Unidos, llevando consigo los sueños y las esperanzas de un futuro brillante. Isaac, el pequeño soñador de lentes redondos y mente aguda, pronto encontró refugio en las bibliotecas de Nueva York, donde se sumergió en las historias de robots, viajes interestelares y los misterios del cosmos.
Armado con una pluma y una mente tan vasta como el universo mismo, Asimov se convirtió en el arquitecto de mundos nuevos y en el narrador de historias que desafiaban las leyes de lo posible. Sus obras maestras, como «Yo, Robot» y la serie de la Fundación, trascendieron las fronteras de lo ordinario, transportando a sus lectores a galaxias lejanas y desentrañando los enigmas del tiempo y del espacio.
Pero Asimov no solo fue un viajero del espacio exterior, sino también un explorador incansable de las profundidades del conocimiento humano. Su amor por la ciencia lo llevó a convertirse en un prolífico divulgador, desmitificando los secretos de la física, la química y la biología para las masas ávidas de saber.
Invitado
David Arbeláez
Profesional de la salud, David es más que un aficionado de la astronomía, su pasión por los astros lo ha llevado a estar en centros especializados en la astronomía así como eventos relacionados. Ama la literatura de ficción, describir sus multiples intereses sería reducirlo, así que sólo les podemos decir que él es una wikipedia con el mejor humor y calidez amiga que se pueda uno encontrar en la vida. Skapu y yo esperamos poderlo tener nuevamente porque platicar con David siempre es un gozo.